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Juramentación Doctorado Honoris Causa Profesor Paul Krugman



Señora Vicepresidente de la República, Dra. Margarita Cedeño
Señora Ministra de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, Dra. Ligia Amada Melo
Señora Presidente de la Junta de Regentes, Claudia de Los Santos
Miembros de la Junta de Regentes y del Consejo Académico Fundadores, Pasados rectores, Profesores y Colaboradores del INTEC
Honorables Ministros, funcionarios públicos y rectores de otras universidades
Distinguido Profesor Paul Krugman
Señoras y Señores

En 1977, la Real Academia Sueca de Ciencias otorgó el Premio Nobel en Economía al profesor Bertil Ohlin, por sus contribuciones a la teoría del comercio internacional y al análisis de los flujos de capitales entre los mercados de las distintas economías. Ese reconocimiento expresaba la valoración de la comunidad académica mundial por el trabajo que Ohlin había desarrollado en 1933, como una extensión del modelo planteado en 1919 por su mentor Eli Heckscher, quien a su vez se había basado en las ideas postuladas en 1815 por David Ricardo. Esa corriente de pensamiento constituyó durante un siglo y medio el modelo predominante, y prácticamente indiscutido, para explicar los patrones de comercio entre los países.

Curiosamente, mientras el profesor Ohlin recibía su merecido reconocimiento, un joven estudiante de doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) estaba redactando una serie de artículos que cambiarían de manera directa e inmediata la forma en que los economistas pensaban en torno al comercio internacional, y que en un plazo más largo, al menos tendrían una marcada influencia sobre el modo en que la profesión abordaba una gran cantidad de otros temas. Sus conclusiones fueron recogidas después en un artículo seminal que por ironía del destino fue publicado en 1979, el año en que Bertil Ohlin falleció, sirviendo así como ilustración metafórica del incesante relevo de las generaciones en el pensamiento científico.
En esta mañana, el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) tiene el privilegio de recibir a ese joven, hoy convertido en profesor y treinta y seis años más maduro, para otorgarle un doctorado Honoris causa como una muestra de admiración por los méritos académicos acumulados a lo largo de su vida.
Profesor Paul Krugman, ¡sea usted bienvenido al INTEC!
La trayectoria de nuestro invitado es ampliamente conocida y sería un ejercicio inútil abordarla profusamente en este momento; no obstante, solicito el permiso de ustedes para describir de manera concisa la esencia de sus aportes, sobre todo en beneficio de aquellos menos familiarizados con el debate económico. En el momento en que el joven Krugman inició su carrera, la teoría convencional explicaba el comercio internacional en términos de alguna forma de ventaja comparativa: esto es, se entendía que cada país exportaba aquellos bienes que en ausencia de comercio podría producir a un menor costo relativo, ya sea por diferencias en las productividades de sus industrias o por diferencias en sus dotaciones primarias de factores productivos. En este último caso, por ejemplo, cada país tendría una ventaja en la producción de aquellos bienes cuya producción requiere un uso más intensivo del factor productivo más abundante en dicho país.
Las implicaciones de esta teoría son de gran relevancia, pues no solo tienen que ver con el probable patrón de exportaciones e importaciones, sino también con los precios relativos de los bienes finales, con las remuneraciones de los distintos factores productivos y, en última instancia, con la distribución del ingreso entre los propietarios de la tierra, el capital y el trabajo. Asimismo, la teoría tiene implícitas recomendaciones específicas sobre la distribución de la producción entre países industrializados y países en desarrollo, y sobre los beneficios y costos de la formación de bloques de libre comercio entre grupos de países. En cierta forma, por tanto, el denominado modelo Heckscher/Ohlin no es solo una teoría del comercio, sino una teoría sobre la distribución y el patrón de crecimiento de los países.
A pesar de las grandes virtudes de ese abordaje, en los años setenta era ya claro que el mismo resultaba incapaz de explicar algunos rasgos característicos del comercio internacional, cuyo comportamiento se desviaba sistemáticamente de las predicciones de la teoría. En particular, una gran parte de los flujos comerciales parecía tener un carácter casi fortuito, sin presentar una asociación evidente con la dotación de factores productivos de los países. De hecho, el aspecto más perturbador de la tendencia mundial era la expansión del comercio entre países con dotaciones muy similares, que además se exportaban e importaban productos similares.
Esos hechos reclamaban a gritos una nueva explicación teórica, y esa fue justamente la contribución pionera de nuestro galardonado. En esencia, el trabajo del joven Krugman se apartaba de la tradición al admitir la existencia de economías de escalas en las firmas y preferencias por la variedad en los consumidores, desarrollando así un modelo en el cual los costos de producción de cada firma se reducen a medida que aumenta su volumen de producción. Esto concede a las firmas un cierto poder monopólico, en contraste con el supuesto de competencia perfecta en que se basan los modelos convencionales. En ese marco, países con los mismos recursos y con la misma tecnología acaban especializándose en la producción de distintos productos, y comercializando entre ellos productos de las mismas ramas industriales, para satisfacer la demanda de variedad por parte de los consumidores.
El artículo seminal del joven Krugman alcanzó notoriedad inmediata, por razones que ahora, con la ventaja de una mirada retrospectiva, resultan evidentes. Por un lado, planteaba una nueva mirada sobre un tema altamente relevante; y, por otro lado, el autor había logrado evitar las complejidades analíticas usuales de los modelos de competencia imperfecta, de forma tal los resultados surgían casi por gravedad, a partir de unos pocos supuestos intuitivos y usando herramientas matemáticas casi elementales. Y lo que era más impresionante, el artículo poseía la virtud más apreciada por todos los estudiantes de doctorado a lo largo de la historia: ¡era un artículo breve!
Ese trabajo pionero fue apenas el primero de una larga secuencia de contribuciones trascendentes por parte del ya Profesor Krugman. En particular, doce años después aparecería un nuevo artículo que acabaría creando una nueva esfera de trabajo a lo largo de los años siguientes. Como muchos habrán percibido, me refiero a la publicación en 1991 del artículo sobre rendimientos crecientes y geografía económica, en el que se abordaba los factores determinantes del movimiento de las personas y las firmas a través del territorio, y se sentaban las bases para una explicación ingeniosa de los patrones de aglomeración y organización espacial de las ciudades, y de las relaciones entre el tamaño del mercado, los patrones de migración y los niveles de salarios. La literatura derivada de ese estudio, que es enorme, pasó a ser identificada como la Nueva Geografía Económica.

El valor de esas contribuciones del Profesor Krugman fue reconocidas mediante la concesión en 1991 del premio John B. Clark, distinción otorgada por la Asociación Americana de Economistas a profesionales influyentes con menos de cuarenta años, y con la concesión en 2008 del Premio Nobel de Economía. Sin embargo, su trayectoria tiene otras contribuciones que, por si mismas y aun en ausencia de las anteriores, le harían merecedor de iguales reconocimientos. Entre ellas, me limitaré a mencionar sus aportaciones en el campo de la economía monetaria internacional, como su análisis de las crisis financieras y su modelo (hoy considerado canónico o modélico) sobre el comportamiento de las tasas de cambio bajo un esquema de zonas referencia. Esto me lleva a recordar las apreciaciones del profesor Avinash Dixit, cuando dice las siguientes palabras: “Las contribuciones de Krugman al desarrollo del modelo de comercio intra industrial basado en competencia monopólica fue un logro destacable para una persona tan joven; lo único todavía más destacable es que alguien se mantenga a ese mismo nivel a lo largo de su carrera”.
Por otro lado, el Sr. Dixit también nos ha dado una excelente descripción del estilo del Profesor Krugman, en el texto siguiente que traduzco libremente:
“Krugman selecciona un tema importante y construye un pequeño modelo a través del cual se obtiene un resultado nuevo e inesperado que llama la atención de todo el mundo. Por lo general, la reacción de los demás economistas es una mezcla de admiración e irritación. El modelo es increíblemente claro y simple, pero deja algunos cabos sueltos y depende de supuestos muy específicos que los demás economistas sienten la obligación de someter a prueba. En ese proceso, acaban por surgir algunas nuevas ideas, pero como regla general se confirma la idea original, con un pequeño detalle: el tratamiento de Krugman va al corazón del problema con la delicadeza de una cirugía de precisión, mientras que el trabajo de los seguidores se asemeja bastante a una cirugía de pecho abierto que requiere ruptura de varias costillas”.
El propio Profesor Krugman ha planteado un "manifiesto personal" en que nos plantea el enfoque seguido por sus investigaciones:
"El propósito esencial de este tipo de análisis económico (nos dice) es desarrollar intuición y adquirir una visión renovada del tema que se esté considerando. El mayor valor consiste con frecuencia en aportar un lenguaje apropiado para discutir el problema, y esa intención trae consigo una fuerte preferencia por la máxima simplicidad posible."
Y, en consecuencia, nos dice el Profesor Krugman, "la máxima sofisticación es con frecuencia encontrar una forma de expresar ideas novedosas sin usar nada más que un diagrama o un simple ejemplo numérico”.
En suma, el trabajo del Profesor Krugman permanecerá por largo tiempo como un modelo de relevancia y concisión, y hasta donde mi conocimiento personal alcanza, su influencia y elegancia solo son comparables a unas pocas piezas maestras, como el modelo IS/LM de John Hicks, el modelo de crecimiento de Robert Solow, el modelo monetario de Robert Mundel, el modelo de tasas de sobreajuste cambiario de Rudiger Dornbusch y el modelo de generaciones superpuestas de Paul Samuelson, Maurice Allais y Peter Diamond, entre otras pocas. El juicio generalizado es que resulta muy difícil estudiar un artículo de Krugman sin que nos asalte de inmediato una pregunta perturbadora: ¿por qué cosas como esta no se me ocurren a mí?
Para concluir, permítanme recordar que además de investigador virtuoso, Paul Krugman ha sido un profesor dedicado, un divulgador exitoso y un columnista influyente. Como profesor, ha impartido docencia en Yale, MIT, London School of Economics y Stanford, antes de incorporarse a la Universidad de Princeton y, en los últimos años, trasladarse a la CUNY. Como divulgador, ha escrito varios libros de referencia obligatoria, incluyendo el tratado de Economía Internacional usado como texto en una buena parte de las universidades del mundo. Como columnista, ha sido considerado de forma reiterada como uno de los más importantes analistas de la política y economía de los Estados Unidos y del mundo. En los últimos años ha sido un crítico severo de las políticas de austeridad y ha abogado por el aumento de la inversión pública como instrumento de recuperación del empleo. En ese sentido, se puede estar o no estar de acuerdo con sus posiciones, pero no cabe dudas de que las mismas son siempre estimulantes para una buena reflexión sobre la necesidad de cambios sustantivos en las políticas económicas, si queremos asegurar que las mismas cumplan el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la población.
Por todas razones, el INTEC ha considerado que el Profesor Paul Krugman ejemplifica los valores de nuestra institución, y lo acoge como nuevo Doctor Honoris Causa con un sentimiento de gran admiración y respeto. Celebramos con emoción sus aportes profesionales, que son fuente de inspiración para la comunidad universitaria. Y, sobre todo, valoramos su compromiso con el espíritu académico, que se refleja claramente en sus siguientes palabras, con las que cierro mi intervención:
“Yo sé que muchas personas consideran que la Economía es un tópico aburrido, pero quienes así piensan se equivocan. Por el contrario, no conozco nada tan excitante como descubrir que los grandes eventos de la historia, las fuerzas que determinan el destino de los imperios y la suerte de los reyes, algunas veces puede explicarse, pronosticarse y a veces hasta controlarse mediante unos cuantos símbolos en una hoja de papel impreso. Todos queremos poder, todos queremos ser exitosos, pero al final de cuentas la mayor recompensa es el simple gozo de haber entendido la forma en que funcionan las cosas”.
Muchas gracias, profesor Krugman, por acompañarnos en este día de gozo para nuestra institución.