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Palabras en la celebración del 49 Aniversario del INTEC


Julio Sánchez Maríñez
Santo Domingo, 8 de octubre 2021
 

Les invito a entrar conmigo en el túnel del tiempo y volver a los años 70’s

Éramos entonces poco más de 4 MM de habitantes, para una densidad poblacional de 83 hab. x km2, 40% urbana y 60% rural en su espaciamiento y solo el 3% alcanzaba la edad de 65 años o más. Santo Domingo no llegaba 1MM de habitantes (y la región Este apenas sobrepasaba 300k habitantes). Apenas un 1% de la población alcanzaba estudios universitarios y al momento de fundar INTEC solo contábamos con 5 universidades, 1 pública y 4 privadas.

En 1970 el entonces presidente Balaguer ordenó mediante el decreto 4876 cerrar todas las escuelas públicas a partir del 6 de abril de dicho año, con a excepción de las establecidas en las zonas rurales, ordenando a la Policía Nacional y a las Fuerzas Armadas a ocupar los locales de los centros educativos para proteger la propiedad del estado. Con esa medida se procuraba controlar las protestas sociales antes de las elecciones programadas para el 16 de mayo. En la Universidad Autónoma de Santo Domingo se instalaron efectivos policiales y militares para evitar protestas en la casa de altos estudios, las principales vías de acceso al recinto universitario fueron bloqueadas con tanques y carros de asaltos de diferentes tamaños. La Universidad Católica Madre y Maestra interrumpió sus tareas docentes después de las manifestaciones de protesta -con un sesgo anti reeleccionista- realizadas por los estudiantes en su campus universitario.

Teníamos lo que se denominó una “economía de postre” por cuanto el fuerte de ingresos -vía las exportaciones- surgía del café, cacao, tabaco y, sobre todo, azúcar, representando este último renglón cerca del 60% de la producción nacional. Independientemente de la industria azucarera, el resto del sector manufacturero descansaba primordialmente en actividades industriales incluidas en las ramas de productos alimenticios, bebidas, tabaco, papel y productos de papel, sustancias y productos químicos, y productos minerales no metálicos.

Cuando Ángel Miolán Reynoso fue designado en 1968 secretario de Estado sin cartera y director general de Turismo y empezó a profetizar por nuestro desarrollo turístico predicando sobre la “industria sin chimeneas”, la respuesta mayoritaria a sus iniciativas fue la burla con el estribillo de” ¿Y los turistas dónde están? En la cabeza de Miolán”.

Detengámonos aquí, con estas pinceladas que intentan bosquejar esos tiempos. Permítanme ahora una mirada a la fundación del INTEC, en ese contexto, junto a Ida Hernández Caamaño y sus 25 Años de Historia de INTEC. Le leo:

“Para hablar del origen del INTEC, considero necesario colocar la historia un poco antes de los hechos que vieron nacer la institución, porque, al fin y al cabo, el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, es un producto directo de las ideas avanzadas de los años sesenta, cuando la convicción de lucha por un cambio radical en la sociedad y el compromiso político se adueñaban de los jóvenes de entonces. Los caminos emprendidos en ese tiempo para alcanzar los revolucionarios ideales de igualdad y justicia, eran diversos e iban desde la abierta filiación a los partidos políticos (de izquierda), las históricas y riesgosas guerrillas, hasta las comprometidas manifestaciones artísticas y literarias; y por supuesto, la educación fue uno de los medios más idóneos para concientizar a la gente, en el fervor ideológico de la época: “la crítica de la Universidad Trujillista implico la toma de conciencia de los males sociales y el compromiso político de la mayoría de los miembros de la comunidad universitaria se debía en muchos casos, al intenso deseo de servir al país y de contribuir a resolver los problemas nacionales”*.

* Frank Moya Pons (1984). La UASD, la UCMM y el INTEC a veinte años de distancia: un borrador para  la  Discusión.  Documentos  INTEC  9.

Jornada de Evaluación Institucional (Noviembre 1983-Marzo 1984 Instituto Tecnológico de Santo Domingo).

Y agrega Ida:

“En el año 1970 el país tenía apenas diez años que había salido del aislamiento cultural y educativo en que las dictaduras sumergen a los pueblos; hacia tan solo cinco años que habíamos pasado por una cruenta guerra civil; se acababa de cumplir el primer periodo de Balaguer, tras las primeras elecciones realizadas desde el golpe militar anti constitucionalista de 1963”;

Y déjenme, por favor, leer ahora el editorial de esa inimitable pluma de don Rafael Herrera publicado en el Listín Diario un martes 8 de octubre de 1974.

discurso Instituto Tecnológico de Santo Domingo - Palabras en la celebración del 49 Aniversario del INTEC

Por favor subamos de nuevo al DeLorean que nos traiga de vuelta al presente desde nuestra rápida incursión a 1972.

Contamos hoy con más de 11 MM de habitantes para una densidad de 231,81 hab./km², de los cuales más de 3MM residen en el Gran Santo Domingo (y la región Este ha triplicado su número de habitantes. Más de un 80% de la población es urbana y el número de mayores de 65 años se ha triplicado respecto del 3% de los años 70’s. Un 14% de la población llega a estudios universitarios y contamos hoy con más de 50 instituciones de educación superior, la mayoría de ellas consideradas universidades.

Llevamos dos cursos escolares afectados por la pandemia del covid19 y aun el que apenas iniciamos se ve perturbado por un déficit en la asignación de docentes según las necesidades, cuando no por las debilidades en el mantenimiento y, en general, de las condiciones de la infraestructura escolar.

Hablamos hoy de una “economía de servicios”, en la que destaca el turismo que ha alcanzado más de 7 millones de visitantes (incluyendo a dominicanos residentes en el exterior) generando divisas equivalentes a alrededor del 40% 38.0% del total de nuestras exportaciones de bienes y servicios. Se destacan también las empresas de “zonas francas” cuyo volumen de exportacione38.0% del total de sus exportaciones de bienes y servicios s en MM de US sobrepasan el 50% del total de nuestras exportaciones. Las exportaciones de estas empresas se han diversificado y del predominio de confecciones y calzado hemos pasado a algunos escalones más altos tecnológicamente con los dispositivos médicos y eléctricos, sin menospreciar productos del tabaco, principalmente habanos.

Somos, sin dudas, un país distinto al de los años 70’s. En muchos aspectos hay que coincidir con el enfoque de El gran cambio de Frank Moya Pons, el mismo autor del documento INTEC citado antes.

Pero somos, también, por otro lado, un país aún muy aquejado, como lo era aquel país de los fundadores en 1970.

Ocupamos el lugar 88º de 189 países y territorios en la clasificación según el Índice de Desarrollo Humano. El IDH de República Dominicana en 2019 fue de 0.756 pero, una vez descontada la desigualdad, el valor del índice cae a 0.595, lo que implica una pérdida del 21.3%. No es para sorprendernos, de acuerdo al Banco Mundial, nuestro coeficiente de GINI para 2018 era de 41.9, similar al de la Republica Democrática del Congo. Unos niveles de desigualdad que, entre otras formas, se expresa en el hecho de que según datos de la Tesorería de la Seguridad Social, el 90% de los trabajadores empleados formales gana menos de RD$50,000.

A pesar de que registramos 8.1 años promedio de escolaridad (lejos aún de los 14.1 Años esperados de escolaridad), enfrentamos serios desafíos educativos, por nuestros pobres resultados de aprendizaje. Se estima que 62.3% de la población de 10 años no puede leer y entender un texto simple. Nuestros resultados en las pruebas internacionales PISA nos colocan en el último lugar de 79 países en las áreas de matemáticas y ciencias y en el penúltimo en lectura.

Ocupamos la posición global 81 dentro de 132 economías analizadas, según el Índice Global del Talento, que pretende medir la capacidad de los países para generar, mantener y captar talentos. Nuestra puntuación de 37.29 sobre 100 significa que el país cuenta con cierta capacidad para la producción y adquisición de talento, sin embargo, tiene aún un gran camino por recorrer para lograr establecer acciones que ayuden a desarrollar el talento dentro de la nación, así mismo como mantenerlos en territorio nacional. Así, del total de ocupados solo el 16.7% posee habilidades altas necesarias para ocupar posiciones como personal directivo en la administración pública y empresas privadas, profesionales científicos e intelectuales y técnicos y profesionales de nivel medio, lo que nos coloca en la posición 101 en el conjunto.

En materia de innovación, ocupamos la posición número 90 Índice global de innovación (IGI), veamos esto comparativamente: de los 18 países de ALC considerados en el IGI) 2020, República Dominicana, con una puntuación de 25.1, se encuentra entre los 8 países con una puntuación por debajo del promedio regional de 45.5. Si descomponemos nuestra puntuación según los factores del IGI, vemos que en capital humano e investigación puntuamos con 18.5, en producción de conocimiento y tecnología 13, en producción creativa 17.8 y en desarrollo empresarial 22.5.

Podría extenderme a otros aspectos (los retos de la necesaria institucionalidad, de la sostenibilidad medio-ambiental, de la calidad de los servicios públicos, especialmente los de salud, entre otros) pero no es el propósito de esta invitación a la reflexión ni tenemos el tiempo para ello. Espero que sea suficiente con unos cuantos bullets, como decimos coloquialmente, para pensar si tiene aún sentido aquel espíritu de rebeldía de nuestros fundadores, encauzado resuelta y creativamente con la creación de INTEC, para contribuir a la transformación social l del país, a la promoción continua de la calidad de la vida de sus habitantes y a la preservación de su patrimonio moral y material para legarlo mejorado a las generaciones por venir, mediante la educación superior, el desarrollo de la cultura, la investigación y la divulgación científica y tecnológica.

En este cuadragésimo noveno (49) aniversario, asumir esa reflexión de cara a las realidades de nuestro querido país y concluir en consecuencia, es la mejor manera que tenemos de honrar el sostenido trayecto que hemos recorrido desde 1972 y, así, honrarnos nosotros mismos.

Personalmente, conservo mucho del espíritu de rebeldía creativa y por eso estoy aquí. No me cabe duda de que es algo compartido y así lo siente con muchas de las vibraciones que siento esta mañana en nuestro bosquecito. ¡Mantengamos viva la llama votiva de rebeldía creativa intelectual, científica y académica que encendieron nuestros fundadores!

Tomando prestada frase que recibe al viajero que visita la Universidad de Salamanca: “Como decíamos ayer, como diremos mañana”.

¡Enhorabuena tus 49 años, INTEC!